Graves (1967) explica que la aculturación psicológica es el conjunto de transformaciones actitudinales, de valores e identidad  y las estrategias que tanto migrantes como autóctonos realizan para redefinir sus modelos relacionales cuando entran en contacto. Por lo tanto, la aculturación es un indicador de la adaptación de ambos grupos y el esfuerzo por tener relaciones satisfactorias.

Al Fagoush (2013) afirma que aquellos con una aculturación positiva tienden a presentar estrategias de integración y adaptación sociocultural y psicológica y una mayor vitalidad percibida. Por consiguiente, de este proceso puede surgir o bien el sometimiento de la minoría o el aprovechamiento de la diversidad como oportunidad. 

Berry (1990) entiende que es necesario que la población desplazada no se vea obligada a rechazar sus raíces. Se ha de buscar una doble pertenencia al grupo: valorizar la cultura de origen pero mantener una relación positiva con la nueva.